Desde
1824 Michael Faraday (1791-1867) dedica sus esfuerzos a descubrir las
corrientes inducidas, pero no obtiene resultados positivos hasta Agosto
de 1831, por la inducción de la corriente, que una bobina de hilo
de cobre produce sobre otra del mismo material, montadas en un núcleo
circular y de hierro dulce.
En
poco tiempo, hasta octubre de ese mismo año Faraday descubre la
inducción de corrientes entre bobinas sin núcleo y la inducción
de corrientes por un imán en las bobinas (las bobinas utilizadas
eran de hilo de cobre forrado de seda).
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